Disfunción sexual femenina

Introducción

La disfunción sexual femenina (DSF) es una compleja interacción de factores biológicos, hormonales y psicológicos que pueden tener un efecto negativo significativo sobre la salud sexual femenina y la calidad de vida. Esta disfunción puede estar influida por varios componentes, incluyendo la edad avanzada, factores sociales, de estrés psicosocial y traumáticos.

La DSF es un trastorno que se produce cuando hay un cambio significativo en el comportamiento sexual habitual de la mujer. Estas alteraciones pueden afectar cualquiera de las fases de la respuesta sexual: deseo – excitación (apatía sexual), orgasmo (anorgasmia) y dolor asociado al coito (dispareunia y vaginismo). Tienen un marcado componente afectivo y de comunicación con la pareja. Disminuyen o incluso desaparecen los pensamientos y fantasías sexuales y se posponen o se evitan las relaciones.

Muchas mujeres tienen problemas con la función sexual en algún momento, y algunas los sufren durante toda la vida. La DSF puede ocurrir en cualquier momento de la vida. Puede ocurrir solamente en ciertas situaciones sexuales o en todas ellas.

La disminución de los niveles de estrógenos y andrógenos asociada con el envejecimiento  contribuye significativamente a la aparición de la DSF. La retirada de estrógenos provoca  efectos en la vagina, como la atrofia y la sequedad, que conducen a la alteración del deseo sexual. También se asocian con la disminución del deseo al descenso de los niveles de andrógenos.

Otras influencias biológicas posibles sobre la DSF son condiciones médicas como la hipertensión y la diabetes mellitus, y afecciones psiquiátricas como la depresión y la ansiedad.

Las normas culturales y las creencias religiosas también pueden afectar la función sexual femenina. Además, los abusos o acontecimientos traumáticos del pasado pueden contribuir negativamente a la salud sexual de la mujer y dar lugar a manifestaciones de DSF.

Es importante señalar que la disfunción sexual en las mujeres también puede ser inducida por fármacos. Los principales medicamentos asociados a esta afección son las anfetaminas, los analgésicos como la morfina o el tramadol, los antidepresivos, los antipsicóticos, las benzodiacepinas, entre otros.

 

Tratamiento de la disfunción sexual femenina

El tratamiento debe abordarse de forma multidisciplinaria, siendo el factor psicológico el más importante.

Las formulaciones magistrales aparecen como un alternativa segura y eficaz para tratar los trastornos que se se presentan con la disfunción sexual femenina.

Los geles vaginales se utilizan para la dispareunia (dolor genital persistente o recurrente que se produce justo antes, durante o después del coito). Estas formulaciones de cremas hidratantes o lubricantes pueden contener activos hormonales o agentes naturales y su finalidad es reponer la humedad vaginal. Sin dudas, la arginina es el activo estrella para este tipo de preparados.

Existen formulaciones destinada al aumento de la líbido que contienen extractos naturales como el ginkgo biloba, ashwagandha, el tribulus terrestris, guaraná, entre otros. Se presentan en forma de cápsulas y actúan reestableciendo los niveles hormonales. Otros activos como la DHEA son de primera elección por los especialistas en la materia.

La reposición hormonal a través de hormonas bioidénticas como la testosterona y el estrógeno en geles transdérmicos son alternativas de última generación que sólo puede brindar la formulación magistral ya que el mercado no las produce.


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